Alumno a Control Remoto
Nunca podre olvidar a dos
pequeñitos quienes un día tomaron el control del aula y con su
ingenio, creatividad y esas ganas de disfrutar la vida contagiaron su
espíritu y trajeron tanta alegría a lo que habría sido un día
rutinario de clases.
Como recreo cerebral habíamos
empezado un juego de mímicas, donde un alumno, elegido al azar tenia
que actuar una situación para que otro niño adivinara la acción y
nombrara el verbo. Le toco en suerte el actuar a un niño a quien
llamare Beto. En ese salón de clases Beto tenia un amigo quien no
solo era su compañero de clase, sino también un vecino y amigo de
toda la vida a quien llamare Guille. Beto y Guille se miraron. Se
conocían tan bien que no necesitaban intercambiar palabras para que
uno comprendiera lo que el otro necesitaba.
Guille tomo en sus manos un
control remoto imaginario y lo pulso, en el acto Beto comenzó a
actuar la escena de una película de ciencia ficción, fue una
actuación magistral pero Guille dijo "no, mejor otra" y
volvió a pulsar el control, la actuación de Beto cambio al
instante, en un segundo nos hablaba con total seriedad del pronostico
del tiempo como en un noticiero. Guille volvió a pulsar aquel
control remoto y de repente teníamos ante nosotros los momentos
finales de un partido de futbol con este jugador corriendo para meter
un gol imaginario y celebrar su triunfo. Pero a Guille no le gusto
esa programación y volvió a cambiar el canal y de repente teníamos
una telenovela desarrollándose ante nosotros y así una y otra vez
las escenas fueron cambiando.
No queríamos que Guille
dejara de pulsar aquel control remoto ni que Beto dejara de actuar.
Nos tenían completamente absortos y atrapados en la magia de su
espontanea actuación.
Son interesantes los giros que
da la vida. Hace 25 años atrás en una universidad, presentaba mi
defensa de tesis. El tema: "El establecimiento de un instituto
para la enseñanza del idioma ingles en la ciudad de San Lorenzo".
25 años atrás no existían en San Lorenzo los grandes institutos de
idiomas que fueron estableciéndose desde entonces. En esa tesis yo
hablaba de programas, de contenidos, de estadísticas, de
presupuestos, de inversiones, de marketing, contabilidad, finanzas,
en síntesis, de números en una pagina.
Lejos estaba de saber que 25
años después, al rememorar lo que han sido estos 25 años, nada de
eso vendría a mi mente. 25 años después mis activos no se miden en
números, cuentas bancarias o informes estadísticos, como en su
momento lo hiciera en aquella defensa de tesis. Mis activos son mis
recuerdos y las lecciones de vida que he ido aprendiendo y que sigo
aprendiendo como persona en esta jornada o viaje en el sendero de la
educación. ¿Cómo medimos eso?, ¿Cómo calculamos el valor de este
activo? Difícilmente creo que lo pueda graficar en un grafico de
barras.
Hemos impartido nuestras
clases desde tres edificios diferentes, todos en la ciudad de San
Lorenzo, ahora estamos en el cuarto edificio de nuestra historia, mas
este, el ultimo, es nuestro local propio que estamos acondicionando y
arreglando de a poco. Si pudiera hablar a mi Yo de 25 años atrás le
diría, que los activos vienen y van, que los pasivos a veces superan
los activos, pero que en toda esa proyección numérica fluctuante,
la constante siempre seria el valor o precisamente el activo que el
comercio no puede medir y son esos cortos y breves momentos que
compartiste con las personas a tu lado. Esos recuerdos, esas imágenes
mentales que por siempre quedaran grabadas no en una placa de bronce
junto a una puerta, sino en nuestros recuerdos y en nuestro corazón.
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